No basta perder batallas

 

Los efectos del virus son como un catalizador donde se desatan las peores pasiones que nunca hubiéramos imaginado. Pero también oportunidad para que afloren sentimientos de solidaridad y generosidad nunca antes vistos. ¿Será verdad que los mexicanos nos crecemos al castigo?

Actitudes agresivas - como cuando agreden a personal de salud o a quienes realizan labores de sanitización, acusándolos de sembrar el virus- son resultado de falta de información o supina ignorancia. Incluso a veces se actúa por mala fe o algún resentimiento social. La resistencia para acatar medidas sanitarias, el descuido en nuestra salud y falta de seguimiento a las estrategias de cuidado como quedarse en casa, es falta de conciencia de que todos somos vulnerables y, también, un problema cultural. La inadecuada alimentación, otro tanto. En todo ello deberá trabajarse en el futuro.

En Oaxaca parece que ya estamos en la cresta de una perniciosa ola, a partir del relajamiento en las medidas sanitarias, que ya incrementó contagios y fallecimientos, circunstancia que nos acerca a otras entidades críticas en la medición nacional. Peligrosamente estamos en la media de los 32 estados.

A nivel local, acabamos de constatar una agresión contra personal médico en una localidad del municipio de Santa María Jacatepec. Algo similar acontece en Michoacán, Puebla, y otras entidades. El origen, normalmente, son rumores esparcidos por personas predispuestas al ataque, al linchamiento, a la agresión, aprovechando la emergencia sanitaria nacional.

Por el lado contrario, además de la sacrificada y riesgosa actividad del personal de salud, a quienes nunca dejaremos de agradecer su labor, hay personas altruistas que disponen de algún recurso personal para ofrecer comida o ayuda, aunque sea mínima, a los necesitados. Acompañar a un adulto mayor o a menores en condición de soledad o abandono, es de reconocerse, porque ello indica que no todo está perdido.

Todos sabemos que la economía nacional y popular estará en crisis con mayor profundidad en los meses por venir, en un país que históricamente ha sido saqueado por los poderosos. Es herencia maldita de quienes han gobernado y robado, sin ningún rubor ni castigo.

El año y medio que llevamos en la Cuarta Transformación, suma esfuerzos notables para reordenar las cosas, mejorarle la vida a los que menos tienen, rasurar privilegios de los potentados y sus aliados. Pero, sobre todo, eliminar de raíz la corrupción, que como sabemos nace en las cúpulas y se desparrama hasta los servidores públicos de menor nivel. A esto se debe que todavía México siga siendo señalado por estudios internacionales donde este mal sigue activo.

Por un acto reflejo, se acredita todo al poder ejecutivo federal pero se miran de reojo los robos y desviaciones que se cometen en los gobiernos de los estados y en los municipios, donde el discurso de López Obrador y las medidas orientadoras en tal sentido, no permean. Es más ni le hacen caso servidores públicos de diferente origen político, pero también del partido que está en el poder. Nada más, queridos lectores, dense una vuelta por cualquier oficina y verán el robo hormiga, el chantaje, el diezmo, la dádiva y la propina que acostumbran pedir para que se facilite un trámite, para que se agilice una solicitud, se otorgue una obra, un contrato. De ahí que el combate contra la corrupción y moralizar la función pública sea una labor titánica, larga, difícil, pero necesaria.

Ahora que a López Obrador se le atosiga – desde el mirador de un analista, un comunicador, un líder político, un legislador, un dirigente empresarial, una figura pública, y hasta intelectuales pagados con dinero público–debemos hacer algo para que fracasen los intentos de golpe blando en que están empeñados los nostálgicos del poder.

Obrador nunca se rendirá ante los embates de quienes perdieron privilegios y desean regresar la rueda de la historia. Pero no debe estar solo. Por la historia que tenemos como pueblo solidario - entre las familias, entre los amigos, entre los compañeros de trabajo - jamás nos verán en el suelo, ni por lo que fraguan los poderosos, ni por el nuevo coronavirus, pues aunque ya no están con nosotros cientos de hombres y mujeres valiosos, en esta guerra contra la epidemia no basta perder algunas batallas para sentirse un pueblo vencido.

@ernestoreyes14