Ciudad de México, al borde del colapso por la generación excesiva de basura

 

Actualmente cada capitalino produce alrededor de 1.7 kilogramos de basura al día, cifra que está por encima de la media nacional que es de 1.3 kilogramos. Esto hace que el principal problema de Ciudad de México no sea la separación y el reciclaje, sino la excesiva generación de basura.


El sistema de recolección de basura en Ciudad de México resulta insuficiente para el manejo de las más de 13 mil toneladas de residuos sólidos que se generan diariamente, por lo que, en la opinión de expertos, la capital del país está al borde del colapso ambiental.


En 2016, de acuerdo con el Inventario de Residuos Sólidos, la capital del país producía 12 mil 920 toneladas de basura al día, de las cuales el 48 % provenía de domicilios, el 26 % de comercios, el 14 % de servicios (centros de espectáculos y creación), 5 % de diversos (residuos de manejo especial), 4 % de la Central de Abastos y 3 % de residuos controlados (unidades médicas, laboratorios, veterinarias).



Para 2017, la Agencia de Gestión Urbana (AGU) detalló que la generación había incrementado a más de 13 mil toneladas diarias de residuos, siendo ésta la cifra más actual que se tiene y que pudo haber crecido en el último año.


El principal problema de Ciudad de México no es la separación y el reciclaje, sino la excesiva generación de basura.


En entrevista, Salvador Meneses, presidente de la organización Basura Cero y experto en el tema de los desechos, explica que el centro del problema radica en la falta de cultura y conciencia social de los ciudadanos sobre las consecuencias de la generación extra de basura.


“Actualmente cada capitalino produce alrededor de 1.7 kilogramos de basura al día, cifra que está por encima de la media nacional que es de 1.3 kilogramos”, explica.


Desde su punto de vista, las medidas emprendidas por administración de Miguel Ángel Mancera han fracasado, pues no son más que “paliativos” que fomentan la separación de los residuos o la cultura del reciclaje, lejos de preocuparse por reducir la generación de desperdicios.


Cómo es el manejo de residuos en Ciudad de México

Hace dos años la Secretaría de Obras y Servicios, otrora encargada del manejo de la basura, reportó una plantilla de 8 mil 832 barrenderos, más de 10 mil carritos de basura, 2 mil 652 unidades de recolección (camiones de basura), 6 mil 507 choferes y alrededor de 3 mil trabajadores voluntarios.


Los camiones realizan la recolección de basura en al menos 7 mil 675 puntos de la ciudad, mientras que los carritos recolectores recorren 6 mil 985 rutas.


Una vez realizada esta tarea, los desperdicios son llevados a las llamadas estaciones de transferencia, la cuales surgieron en 2012 luego de que el gobierno de Ciudad de México anunciara el cierre del Bordo Poniente, tiradero que hasta ese momento recibía toda la basura de la capital.


En estas estaciones se realiza la transferencia y separación de residuos de los vehículos recolectores ordinarios a vehículos de carga de gran tonelaje, mismos que trasladan los desperdicios no reciclables a los sitios de disposición final (tiraderos en los alrededores de la ciudad).


Es dentro de las estaciones de transferencia donde se separan los residuos orgánicos de los inorgánicos, que en teoría llegan ya apartados dentro de los camiones de basura.


Lo orgánico, de acuerdo con el Inventario de Residuos Sólidos, es enviado a plantas de composta mientras que lo inorgánico se lleva a plantas de selección para hacer una separación secundaria.


Una vez hecha esta segunda separación los residuos que no pueden ser reutilizables se trasladan a tiraderos ubicados a las afueras de la ciudad, principalmente en el Estado de México y Morelos.


En 2016, las estaciones de transferencia recibieron 8 mil 379 toneladas de residuos por día, de las cuales 5 mil 578 toneladas se enviaron a disposición final (tiraderos autorizados), mil 263 toneladas a plantas de composta y mil 538 toneladas a plantas de selección.


Para 2017 la Agencia de Gestión Urbana (AGU) tomó las riendas del tratamiento de los residuos sólidos y aunque el cambio de responsables se efectuó, en parte, para dar mayor atención al manejo de la basura, no hubo gran diferencia en la operación de la misma.


Un sistema de recolección fallido

Aunque pareciera que el proceso de recolección desde los carritos y camiones de basura hasta las plantas de transferencia y su posterior traslado a tiraderos es el adecuado, en palabras de Salvador Meneses, el sistema no funciona como debería.


La mayoría de los tiraderos en el Estado de México y Morelos que reciben los desperdicios finales no les dan el tratamiento debido a los residuos, pues “muchos de ellos incumplen las normas oficiales; podríamos decir que solo guardan la basura mas no la tratan”.


Salvador Meneses detalla que el tema es preocupante pues de las más de 13 mil toneladas de basura que se generan al día, un promedio de 8 mil 500 son enviadas desde las plantas de transferencia a estos rellenos privados, es decir, el proceso de reciclaje para el cual fueron creadas las estaciones no está funcionando pues del total de la basura solo una mínima parte logra reciclarse.


Otro factor que se suma al problema es el gasto que se realiza para transportar y disponer los desperdicios, en promedio el gobierno de la ciudad tiene que pagar alrededor de 430 pesos por cada tonelada de basura para que sea aceptada en los rellenos del Estado de México y Morelos.


Pero ¿por qué la basura de la capital se tiene que llevar a otra entidad? La respuesta es sencilla: los desperdicios ya no pueden ser manejables en la ciudad por lo que desde hace años el gobierno optó por pagar para llevar la basura lejos de aquí.


“Lo preocupante es que esta medida se tomó como una solución emergente por parte de la presente administración, ante los elevados índices de generación, pero ahora pareciera que será una medida largo plazo”, comenta Salvador Meneses, y agrega que otro punto para dimensionar este problema es el comprender las limitaciones territoriales de Ciudad de México.


Es por esto que actualmente “el Estado de México debe recibir el 60 o 70 % de nuestros residuos y le sigue el estado de Morelos”.


El presidente de Basura Cero dice que “la situación es tal que en unos años con un solo día de no recolección bastaría para que el caos se apodere de la ciudad, las enfermedades se propaguen y colapsemos”.


Ahí la importancia de asimilar que el problema radica, no en la separación o el reciclaje, sino en la generación de los desperdicios.


A este ritmo, la basura podría “devorar” a la mancha urbana

Miguel Rivas, coordinador del programa Océanos sin Plásticos de Greenpeace México y experto en el manejo de residuos, concuerda con Salvador Meneses respecto al panorama desalentador que podría enfrentar Ciudad de México por la excesiva generación de desperdicios.


Explica que el problema aumenta año con año pues “la sociedad no es capaz de abandonar el modelo de consumo en el que solo usamos y tiramos las cosas. Debemos de quitarnos la idea de que existen productos desechables, nada puede ser desechado ni desaparecer por completo”.


En un futuro quizá no muy lejano -dice- la mancha urbana va a terminar siendo más pequeña que lo que generamos de basura. Lo que además del colapso y daño ambiental derivaría en la propagación de enfermedades, “enfermedades que cada día serían más potentes y agresivas”.


Actualmente el 48 % del total de desperdicios sólidos corresponde a empaques y envases. “Es hora de que nos dejen de vender esta falacia de que al menos la mitad de este material es reciclable, eso es mentira el que las personas utilicen nuevamente las bolsas para las basura no es reciclaje sino reúso. Una bolsa de plástico que apenas dura en tus manos 12 minutos tarda hasta 400 años en desintegrarse”.


Asegura que la generación de basura es tan excesiva que en estos días la cantidad de plásticos que llega a los océanos ya es casi tan equiparable como la cantidad de peces que hay en ellos y muy probablemente en el futuro haya más basura plástica que especies.


Igualmente considera en que la solución está en reducir el consumo de materiales no reutilizables, si esta cultura no cambia difícilmente se podrá hacer algo.


Las medidas “paliativas”

El 8 de julio de 2017, ya con la AGU como encargada de la recolección de basura, entró en vigor la Norma Ambiental NADF-024-AMBT-2013, la cual ordena separar la basura, desde origen, en cuatro partes: residuos orgánicos (restos de comida), residuos inorgánicos reciclables (papel, cartón y vidrio), residuos inorgánicos no reciclables (pañales y toallas sanitarias) y residuos inorgánicos de manejo especial y voluminoso (televisores, colchones, etcétera).


Dicha separación, en teoría, sería obligatoria para que los camiones o los recolectores aceptaran los residuos de las casas. Sin embargo a poco más de un año de su implementación la norma no ha sido acatada por toda la ciudadanía e incluso hay zonas en las que no hacen ningún tipo de separación.


Lo anterior se debe a que el incumplimiento de la Norma Ambiental NADF 024 no trae ninguna consecuencia para los ciudadanos más allá de negar el servicio de recolección, misma medida que tampoco es aplicada por los trabajadores de limpia de Ciudad de México.


A pesar de ello, el pasado 9 de julio la AGU emitió un comunicado donde asegura que tras la aplicación de la Norma Ambiental NADF 024 “se han dejado de enviar a rellenos sanitarios más de 240 mil toneladas de residuos sólidos”.


La agencia detalla que del 8 de julio de 2016 al 8 de julio de 2017 “se enviaron 3 millones 96 mil 408 toneladas de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) a los rellenos sanitarios autorizados, mientras que del 8 de julio de 2017 al 8 de julio de 2018 se llevaron solamente 2 millones 856 mil 164 toneladas”.


Otra de las acciones anunciadas por la actual administración fue la construcción de la planta de termovalorización El Sarape, con la cual, en palabras del exjefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, se pretendía convertir cuatro mil 500 toneladas de basura diarias en energía limpia que, a su vez, utilizaría el Sistema de Transporte Colectivo (STC).


En teoría, esta planta que tan solo para su construcción tendría una inversión cercana a los 12 mil millones de pesos, se encargaría de quemar los residuos no orgánicos, acabando así con el problema de trasladar los residuos a tiraderos de otras entidades.


El Sarape sería manejado por una empresa privada y requería de una cantidad mínima de basura para poder generar energía. Bajo esta dinámica, el problema de fondo empeoraría ya que se impulsaría la generación de basura en lugar de disminuirla.


Sin embargo, todo indica que este proyecto quedará en el olvido pues la jefa de Gobierno electa, Claudia Sheinbaum, se comprometió desde su campaña a frenar los trabajos en El Sarape, que entraría en función en 2019.


En su momento Sheinbaum consideró que no era una solución viable pues provocaría un endeudamiento por al menos 30 años por 3 mil millones de pesos anuales, por lo que se convertiría en la mayor deuda adquirida por el gobierno de la ciudad.


Miguel Rivas y Salvador Meneses coinciden en que la construcción de El Sarape no era más que una solución “parche” que iba en contra de todas las medidas que deben aplicarse para revertir la situación.


“Generar un contrato con una empresa significaría comprometerse a producir más basura, además la termovalorización es una tecnología obsoleta; estas empresas llegaron a México porque en otros países ya no tienen cabida. No podemos pensar que quemar la basura es la solución, sería como violar el principio básico de la materia: nada se destruye, solo se transforma y transformarla en contaminantes no es la opción”, agrega Miguel Rivas.


Animal Político buscó en reiteradas ocasiones a la Agencia de Gestión Urbana y a su titular para conocer su postura con relación a la eficacia en la recolección de basura, pero no hubo respuesta.


La posible solución

Para poder combatir el exceso de generación de basura habría que empezar por modificar la legislación actual, para propiciar que el problema se aborde a partir de una responsabilidad compartida entre gobiernos, empresarios y ciudadanía, consideran los expertos.


“Si en el tema empresarial cada marca se hiciera responsable de los materiales que fabrica una vez que los desechamos podría haber un cambio de fondo, porque fabricarían materiales biodegradables que al final no dañarían al medio ambiente”, explica Miguel Rivas de Greenpeace.


A su vez el cambio en la legislación propiciaría algo que llamamos “mentalidad social”, que permitiría cambiar la perspectiva social del problema.


Para Salvador Meneses el éxito en la reducción de la generación de basura empezaría en crear una conciencia sobre el problema además de la aplicación de normas adecuadas sobre la separación de basura.


Ambos expertos consideran que solo a través de este trabajo conjunto basado en acciones legislativas y de conciencia social, sería posible un cambio positivo, de lo contrario estaremos destinados al colapso.


Esta publicación fue posible gracias al apoyo de Fundación Kellogg.


https://www.animalpolitico.com/2018/08/cdmx-colapso-generacion-excesiva-basura/


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