En el umbral de un nuevo tiempo

 

En un proceso histórico que pasa por tres grandes transformaciones nacionales, nos encontramos en el umbral de la cuarta, a fin de comprobar, con hechos, sí la Patria de verdad es nuestra, como pensaba el fallecido escritor Fernando del Paso. Nadie mejor que él, tuvo la sensibilidad de interpretar la podredumbre que ha estado padeciendo México.

En una carta dirigida al también desaparecido José Emilio Pacheco, Del Paso se hacía algunas preguntas, sumido en la desesperanza que le provocaba a él y a tantos mexicanos la crítica situación que en el 2015 estábamos viviendo. La situación no variaría en los tres años siguientes.

El intelectual se asombraba que, a sus 80 años de edad, estuviera reparando en pueblos que sólo imprimen su nombre en nuestra historia cuando les sucede una tragedia, como Ayotzinapa.

Se avergonzaba de que hubiéramos olvidado que la patria no es una posesión de unos cuantos, sino que pertenece a todos sus hijos por igual: “No sólo a aquellos que la cantamos y que estamos muy orgullosos de hacerlo: también a aquellos que la sufren en silencio”, como los pobres, los olvidados, los excluidos.

Y para ilustrar dicha realidad, se preguntaba: “Hoy que el país sufre de tanta corrupción y crimen ¿basta con la denuncia pasiva? ¿basta con contar y cantar los hechos para hacer triunfar la justicia?”

El autor de “Palinuro de México” y “Noticias del Imperio” advertía que algo se estaba quebrando en todas partes. Y parafraseando al mismo José Emilio o tal vez a Ramón López Velarde, agregaba: “¿Qué hemos hecho de nuestra patria impecable y diamantina?”

Como si nos reclamara a quienes no sabíamos cómo quitarnos el yugo dominante, personificado en un partido, el gobierno y una clase política y empresarial voraz, compartía su desolación: “¿Cuándo permitimos que México se corrompiera hasta los huesos? ¿A qué hora nuestro país se deshizo en nuestras manos para ser víctima del crimen organizado, el narcotráfico y la violencia?”

Muchas de sus preguntas comenzarán a ser respondidas a partir del uno de diciembre, aunque el nuevo Congreso y el gobierno electo ya están haciendo -de manera meteórica y no exenta de errores- la parte que les corresponde.

Convencido de que la labor del intelectual además de ser crítico del poder es denunciar las injusticias que nos rodean, Del Paso, como muchos otros, buscaban una salida a la crisis de derechos humanos, económica, de inseguridad, de valores, producto de un largo periodo neoliberal, extractivo no sólo de nuestras riquezas, sino de lo que conocemos como Patria.

La encontramos por la vía electoral el uno de julio. Pero los grandes problemas ahí están, plenamente identificados. Ahora corresponde a Andrés Manuel López Obrador, pero también a cada uno de nosotros, tener conciencia del papel que nos corresponde jugar en esta nueva era de cambios.

Tenemos enfrente – los días 24 y 25 de noviembre- la segunda consulta nacional, cuyas primera y segunda preguntas causan controversia: el tren maya y el corredor del Istmo de Tehuantepec. Las ocho restantes difícilmente serán respondidas negativamente.

Pese a puntos de vista diversos y razones muy válidas de grupos y sectores conservacionistas, ecologistas, indigenistas, sociales, etcétera, invito a que ejerzamos nuestro derecho a participar. Por el sí o por el no. Yo de nuevo votaré que sí, en la mayoría de las preguntas.

Creo en las consultas, como en las elecciones, de manera informada, como parte de un ejercicio democrático. Participando, y al mismo tiempo exigiendo que se realicen de una mejor manera, con cambios en la ley para que sean más frecuentes. Es parte de los cambios que a ésta y las recientes generaciones nos ha tocado vivir, como resultado de constantes luchas de mujeres y hombres del siglo 19, 20 y la segunda década del siglo 21. Me enorgullezco de haber puesto un granito de arena como cada uno de ustedes en su ámbito respectivo.

Creo también en el apoyo crítico o en el desacuerdo: como en la libertad de conciencia, de expresión, de manifestación, de disentir, pero también en apoyar abiertamente lo que uno considere correcto, aunque planes y proyectos sean perfectibles. Los procesos históricos los llevan a cabo seres humanos, no máquinas.

Por primera vez en la historia de México una nueva generación asume las riendas de un gobierno diferente, de izquierda o progresista, como ustedes quieran llamarle. Desde hace más de 100 años no ha existido un momento igual. Si alguien no siente orgullo, esperanza, gran responsabilidad y alegría, es que no ha vivido. Estamos en el umbral de un nuevo tiempo, esperemos que mejor, a pesar de quienes se resisten a los cambios: los inmovilistas, los huérfanos de esperanza, de fe.

@ernestoreyes14