El rival más débil, pero…

 

Si nos atenemos a la encuesta de este jueves 30 de noviembre, en el periódico Reforma, si en esta fecha fueran las elecciones, Andrés Manuel López Obrador le ganaría al neo priista José Antonio Meade por casi dos por uno: 31% contra 17%, mientras que Ricardo Anaya araña el 19 %. AMLO cuenta a su favor, el haber sido dos veces candidato presidencial, y aunque no ha salido triunfante, se ha sabido levantar de resultados desfavorables y de la “guerra sucia”, así como de los obstáculos que el sistema político le ha puesto con tal de negarle el acceso a la silla presidencial.
Al tabasqueño se le critica por su “obsesión” en competir por la presidencia de la República, como si el pretenderlo significara un delito. De cara a los comicios de julio próximo se hace el símil de su figura con las de Nicolás Maduro y Donald Trump. Otro de los sambenitos que le cuelgan sus detractores es apelar a “soluciones del pasado” para enfrentar la desigualdad, la pobreza y el subdesarrollo, buscando imponer en el imaginario colectivo que gobernar por los menos favorecidos es “populismo trasnochado”. Ya lo hizo en la ciudad de México, no se nos olvide.
Por eso ahora que el PRI, a instancias del verdadero elector, Enrique Peña Nieto, arropó como su candidato presidencial a José Antonio Meade, con la engañifa de que por primera vez participa un “ciudadano”, se puso en marcha una campaña mediática de que el cinco veces secretario de estado es impoluto, incorruptible, decente, que no pertenece a la clase política tradicional, amén de sus cartas académicas y administrativas.
El perfil del ungido esconde la falta de un desempeño eficaz en los puestos que ha detentado Meade– con Felipe Calderón y EPN- para defender no solo los interés del país ante el intervencionismo estadounidense, sino para dar buenos resultados en la economía y en el terreno social, entre otras áreas que le ha correspondido atender.
Tecnócrata, medianamente logrado, en la escuela financiera, Meade es experto en números pero no tiene soluciones para enfrentar los gasolinazos ni para elevar el salario mínimo; mucho menos para garantizar el crecimiento del país o para impedir la corrupción y los grandes negocios en el gobierno.
Apelar desde su bautizo político a los dinosaurios priistas para convencer a las bases tricolores que veían al titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong como el aspirante más completo, tiene un costo en imagen, mismo que se revela en los pocos puntos que avanzó esta semana, según otra encuesta de El Financiero, en su pretensión de alcanzar al puntero López Obrador.
Además, su silencio y/o complicidad ante las conductas y prácticas nocivas que caracterizan al gabinete actual, así como en las medidas económico-financieras del régimen serán una mala compañía cuando en la campaña constitucional salga a buscar el voto de quienes repudian al PRI, y de aquellos eventuales electores que no se ven representados en los otros partidos.
J. A. Meade ha sido en la clase de sus maestros neoliberales, el alumno mejor portado, pero con escaso conocimiento de la realidad que sufren diariamente quienes en la calle no tienen empleo, son víctimas de la violencia criminal o sujetos de actos de corrupción por parte de delincuentes de “cuello blanco”.
En la “liturgia” del destape, realizado a la más vieja escuela priista, se revelaron de inmediato sus ansias de convertirse en uno de los militantes de prosapia tricolor como Romero Deschamps, Gómez Villanueva, Heladio Ramírez, Murat Casab, Manlio Fabio, y muchos más operadores que tanto daño le han hecho al país. Una tierna ovejita, si alguien quiere otorgarle todavía el beneficio de la duda, entre una manada de lobos.
Con los “sectores productivos” a su favor, de la empresa, las finanzas y el comercio, más uno que otro extraviado del PAN, José Antonio Meade será el rival más débil frente a un experimentado López Obrador, quien con la oferta de encabezar la lucha a fondo contra la corrupción y honestidad a toda prueba, lleva media elección ganada. Ello no quiere decir que Morena tenga asegurado el triunfo en los demás puestos que estarán en juego, pues junto a su poderoso candidato al Ejecutivo, se ve muy complicado que con los aspirantes que se vislumbra tendrá les alcance para controlar la mayoría en el congreso federal, las legislaturas estatales, gubernaturas y ayuntamientos.
@ernestoreyes14